Hay muchas cosas importantes en este mundo. Día a día vivimos la prisa por ir a trabajar, por llegar temprano, por terminar a tiempo. Todos los días nos enfrentamos a las obligaciones: en la casa, en el trabajo. Cualquier cosa que hagamos genera obligaciones: si bebemos un refresco tenemos que botar el envase o lavar el vaso.
La jornada comienza con el chirrido del maldito despertador, la prisa, la vestimenta, el carro, el transporte público, el tráfico, la excusa por haber llegado tarde... buena manera de comenzar el día.
En el trabajo pasa algo lógico y al mismo tiempo absurdo: queremos que el tiempo pase rápido para que llegue pronto la hora de irnos.
todos los días hacemos esto, deseamos que el día pase rápido... ¿acaso no nos damos cuenta que lo que realmente estamos deseando es que pase rápido la vida?, ¿acaso queremos morir?. es absurdo.
Pero también es lógico; muchos preferirían morir a pasar la eternidad en un escritorio, con ropa incómoda, con ganas de fumar. Queremos salir de ahí, queremos ir a casa.
Hasta aquí estoy de acuerdo con la mayoría, a mi también me pasa eso.
pero la mayoría de la gente, desperdicia de manera atroz el poco tiempo que le queda. estemos claros: pasamos 8 horas en el trabajo, necesitamos de 5 a 8 horas para dormir, y el resto es para lo que se necesite... llamaré a este tiempo restante: el tiempo de oro.
Invariablemente, parte de este tiempo de oro lo tenemos que gastar en bañarnos, ir al trabajo (me refiero al tiempo que pasamos en el camino lanzando maldiciones por el tráfico o el congestionamiento del metro), en hacer quehaceres, etc.
Mucha gente desperdicia el tiempo de oro en hacer cosas absurdas e innecesarias: hay personas obsesionadas con la limpieza y el orden, llegan a sus casas a trabajar otra vez: a ordenar, a reclamar, a limpiar, y terminan tan exhaustos que se van a la cama.
Otras personas, no saben disfrutar al máximo este tiempo de oro, ya que por alguna extraña razón, retardan las actividades necesarias: pueden pasar dos horas o mas preparando la ropa del día siguiente y cocinando.
Y existen muchos aberrados que gastan su tiempo de oro trabajando: realizan trabajos por su cuenta... si, yo se, es una buena manera de ganar dinero... ¡pero en que momento se supone que van a disfrutar de ese dinero si lo único que hacen es trabajar?, ¿se sacrifican por u familia? si, como no, valla altruismo, eso no se lo creen ni ellos mismos.
Yo particularmente, valoro muchísimo mi tiempo de oro. Todos los días voy al trabajo y cumplo con mi deber tan bien como puede hacerlo cualquier ser humano; al llegar a la casa, cumplo con los quehaceres domésticos y lo hago bien... bien pero rápido, sin perder tiempo en idioteces ni inventar cosas innecesarias. Todo con el fin de que al final del día, sobre un tiempo. Esas horas antes de ir a dormir, esas pocas horas libres de cualquier obligación, ese es el tiempo invalorable.
La jornada comienza con el chirrido del maldito despertador, la prisa, la vestimenta, el carro, el transporte público, el tráfico, la excusa por haber llegado tarde... buena manera de comenzar el día.
En el trabajo pasa algo lógico y al mismo tiempo absurdo: queremos que el tiempo pase rápido para que llegue pronto la hora de irnos.
todos los días hacemos esto, deseamos que el día pase rápido... ¿acaso no nos damos cuenta que lo que realmente estamos deseando es que pase rápido la vida?, ¿acaso queremos morir?. es absurdo.
Pero también es lógico; muchos preferirían morir a pasar la eternidad en un escritorio, con ropa incómoda, con ganas de fumar. Queremos salir de ahí, queremos ir a casa.
Hasta aquí estoy de acuerdo con la mayoría, a mi también me pasa eso.
pero la mayoría de la gente, desperdicia de manera atroz el poco tiempo que le queda. estemos claros: pasamos 8 horas en el trabajo, necesitamos de 5 a 8 horas para dormir, y el resto es para lo que se necesite... llamaré a este tiempo restante: el tiempo de oro.
Invariablemente, parte de este tiempo de oro lo tenemos que gastar en bañarnos, ir al trabajo (me refiero al tiempo que pasamos en el camino lanzando maldiciones por el tráfico o el congestionamiento del metro), en hacer quehaceres, etc.
Mucha gente desperdicia el tiempo de oro en hacer cosas absurdas e innecesarias: hay personas obsesionadas con la limpieza y el orden, llegan a sus casas a trabajar otra vez: a ordenar, a reclamar, a limpiar, y terminan tan exhaustos que se van a la cama.
Otras personas, no saben disfrutar al máximo este tiempo de oro, ya que por alguna extraña razón, retardan las actividades necesarias: pueden pasar dos horas o mas preparando la ropa del día siguiente y cocinando.
Y existen muchos aberrados que gastan su tiempo de oro trabajando: realizan trabajos por su cuenta... si, yo se, es una buena manera de ganar dinero... ¡pero en que momento se supone que van a disfrutar de ese dinero si lo único que hacen es trabajar?, ¿se sacrifican por u familia? si, como no, valla altruismo, eso no se lo creen ni ellos mismos.
Yo particularmente, valoro muchísimo mi tiempo de oro. Todos los días voy al trabajo y cumplo con mi deber tan bien como puede hacerlo cualquier ser humano; al llegar a la casa, cumplo con los quehaceres domésticos y lo hago bien... bien pero rápido, sin perder tiempo en idioteces ni inventar cosas innecesarias. Todo con el fin de que al final del día, sobre un tiempo. Esas horas antes de ir a dormir, esas pocas horas libres de cualquier obligación, ese es el tiempo invalorable.
Todos los días, sin excepción, procuro tener al menos una hora de tiempo invalorable, es realmente el único tiempo del día que es realmente mío, para hacer lo que yo quiera, cualquier cosa, desde ver una película, hacer un dibujo, navegar en Internet... cualquier cosa, cualquier cosa MÍA.
Y hay que aprender a reconocer pequeños instantes del día en medio de la pesadilla laboral en que podemos tener un instante de tiempo invalorable; por ejemplo, después de haber almorzado, me siento con calma a fumar un cigarrillo y a tomarme un café, si ningún tipo de compañía, y estos cinco o diez minutos son absolutamente míos.
Es necesario aprender a valorar estos momentos, no deberíamos gastar la vida en responsabilidades, trabajos, prisas... luego morimos y no nos queda nada. Si disfrutamos las pocas horas que son realmente nuestras en la vida, quizás no le temeríamos tanto a la muerte.
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