Las creencias de la gente XIII: la psicología es un fraude.

Hay gente que afirma que la psiquiatría y la psicología son un fraude.
Según los que apoyan esta teoría, “las enfermedades mentales no existen”… investigué un poco y noté que es un error decir que “no existen”, lo que quieren decir es que lo que llaman enfermedades mentales no son desórdenes que se puedan ver o medir con pruebas, como el cáncer, las infecciones, la diabetes, etc.

Las enfermedades físicas presentan síntomas diversos y desagradables, lo cual hace que la persona afectada acuda a un médico. El médico revisa a la persona a través de un examen físico y la mayoría de las veces pide exámenes como por ejemplo: pruebas de sangre, de heces, de orina, imágenes de rayos x, resonancia magnética, etc. Con estos exámenes, el médico puede determinar que es lo que afecta a la persona, y en función a eso, receta los medicamentos adecuados o en algunos casos cirugía.

Sin embargo, hay síntomas que no son físicos. Si alguien tiene la costumbre de hablar solo y creer que tiene un interlocutor invisible, o si cambia bruscamente de estado de ánimo, o si simplemente se siente triste, va con un psicólogo. El psicólogo no puede hacer un examen físico ni pedir una prueba de heces… bueno, si lo puede hacer, pero no le serviría de nada porque un examen de sangre no le va a decir que el paciente está deprimido y que necesita cierta cantidad de antidepresivo.

Las pruebas que realizan los psicólogos y psiquiatras son subjetivas y empíricas, básicamente consiste en conversar con el paciente y/o con sus familiares para determinar cuales son los síntomas y cual es la gravedad de éstos. Una vez determinado el grado de locura del paciente, proceden a aplicarle psicoterapia (lo cual consiste en conversar) o medicamentos, en caso que el médico sea un psiquiatra (los sicólogos no recetan medicamentos).

Hay veces que las personas comienzan a escuchar voces o a ver elefantes rosados volando en la sala de su casa; en estos casos generalmente el médico les recomienda una resonancia magnética o algo similar para ver si existe un tumor cerebral o alguna afección física que produce las alucinaciones. Si en el diagnóstico se descubre el tumor, se trata el tumor. Pero si no se observa ninguna anomalía en las imágenes, el paciente es referido con un psiquiatra.

Entonces, muchas personas (incluso algunos médicos) dicen que es absurdo “drogar” a una persona sana físicamente para evitar un comportamiento que es extraño para la sociedad, tomando en cuenta que los medicamentos psiquiátricos son drogas muy fuertes y muchas generan efectos secundarios nefastos.
Conocí una persona que tenía cáncer en el cerebro y por lo tanto su comportamiento era extraño… pero eso no era una enfermedad mental, era un tumor cerebral, algo físico y visible en una tomografía.

En la zona donde vivo, hay una mujer que tiene comportamientos agresivos en algunas ocasiones, y otras veces está completamente normal. Esta mujer vive con sus padres y aparentemente la llevan de vez en cuando con un psiquiatra para que le recete medicamentos que controlen un poco sus rabietas. He notado, que con el tiempo se ha vuelto peor, ahora está agresiva por más tiempo y esos episodios se producen con más frecuencia y son más fuertes… no quiero decir que los medicamentos han empeorado su situación, solo es evidente que no funcionan.

Cerca de mi trabajo hay un mendigo que está completamente loco, aparentemente debido a las drogas… tal vez ese sería un caso físico, ya que las drogas dañaron irreversiblemente su cerebro.
No estoy de acuerdo con afirmar que las enfermedades mentales “no existen”, porque es algo que vemos con mucha frecuencia. Pero tal vez existan casos de personas completamente normales que van a un psicólogo porque tienen estrés, o porque están tristes ya que su madre

acaba de morir (lo cual es lógico) y con la psicoterapia se confunden más, acudiendo a un psicólogo que finalmente les receta medicamentos. Lo que quiero decir, es que a veces la psiquiatría puede exagerar un poco, y como las enfermedades mentales no son visibles no hay forma de controlar o definir el tratamiento.
Otro ejemplo es el clásico caso de los niños con “hiperactividad”… hace muchos años eso no se veía, no existía ese término, y el comportamiento de un niño travieso se resolvía con una buena nalgada. Ahora se resuelve con ritalín: drogan a los niños normales… claro, se ha descubierto que el ritalín produce unos nefastos efectos secundarios y en muchos países lo han descontinuado.